miércoles, 10 de octubre de 2012

Tarraco


Tarraco (situada en la actual Tarragona) fue una ciudad romana fundada a finales del siglo III a.C. que se convirtió en una de las urbes más importantes de Hispania durante el imperio romano hasta su conquista en el año 476 d.C. por parte de los visigodos.

PREHISTORIA Y SEGUNDA GUERRA PÚNICA

En la época pre-romana, Tarraco estuvo habitada por los iberos que tenían contactos comerciales con los griegos y fenicios asentados en la costa. Las colonias iberas estaban sobre todo presentes en el valle del Ebro. En el municipio de Tarragona, hay yacimientos de la colonia que datan del siglo V a.C.

Las fuentes que se refieren a la presencia de iberos en Tarraco son bastante ambiguas. Tito Livio menciona una oppidum parvum (pequeña colonia) llamada Cissis. Polibio llama a la ciudad Kissa (Κίσσα). Poco después de la llegada de Cneo Cornelio Escipión a Empúries (Emporion) en 218 a.C. durante la Segunda Guerra Púnica, Tarraco se menciona por primera vez. Tito Livio escribe que los romanos conquistaron un campo de abastecimiento púnico para las tropas de Aníbal cerca de Cissis y que tomaron la ciudad. Poco tiempo después, los romanos fueron atacados “no lejos de Tarraco” (haud procul Tarracone). Pero no está claro si Cissis y Tarraco eran la misma ciudad. Una moneda encontrada en Ampurias lleva la inscripción ibérica Tarakon-salir (salir significa probablemente plata). Esta moneda, grabada siguiendo modelos de Ampurias de un lugar desconocido, está fechada en aproximadamente 250 a.C, y en todo caso, antes de la llegada de los romanos. El nombre Kesse aparece en monedas de origen ibérico del siglo I y II a.C. Estas monedas se marcaron siguiendo las normas de peso romanas. Kesse debe ser equiparado con Cissis, el lugar de origen de los Cissetanos mencionados por Plinio.

En el año 217 a.C. llegaron a Tarraco las fuerzas romanas a cargo de Publio Cornelio Escipión el Africano. Tarraco sirvió de alojamiento durante los inviernos de los años 211 y 210 a.C. Allí reunió Escipión a las tribus de Hispania en los conventus (reunión de ciudadanos indígenas y romanos que aconsejaban al gobernador en la administración de justicia). La población fue mayoritariamente leal a los romanos durante la guerra. Tito Livio los llamó aliados y amigos del pueblo romano (socii et amici populi Romani) y los pescadores de Tarraco (piscatores Tarraconenses) sirvieron con sus barcas en el asedio a Cartago Nova.

La historia romana más antigua de Tarraco está ligada a los Escipión, como ya expresó Plinio el Viejo: Tarraco Scipionum opus. Tarraco fue obra de los Escipión como lo fue Cartago de los Punos.


TARRACO DURANTE LA REPÚBLICA ROMANA

A lo largo de los siglos siguientes, Tarraco constituye una base de abastecimiento y residencia de invierno y verano durante las guerras contra los celtíberos, como ocurrió en las Segunda Guerra Púnica. Por esta razón, durante esta época se supone una gran presencia militar en el área más alta del actual casco antiguo. En 197 a.C., las regiones conquistadas, todavía estrechas franjas a lo largo de la costa de la península, estaban repartidas entre las nuevas provincias de Hispania Citerior e Hispania Ulterior. La capital de Hispania Citerior era Cartago Nova. No obstante, Estrabón señala que los gobernadores se repartían entre Tarraco y Cartago Nova.

El estatus legal de Tarraco no queda del todo claro. Durante la República, estaba probablemente organizada como conventus civium Romanurom (circunscripción jurídica romana que se aplicaba en las provincias), con dos magistri (directores civiles) a la cabeza. Cayo Porcio Catón, cónsul del año 114 a.C., eligió Tarraco como lugar de su destierro en el año 108 a.C., lo cual indica que Tarraco era una ciudad libre o aliada en aquel momento.

Según Estrabón, uno de los últimos combates librados en la zona, ocurrió no lejos de la ciudad. Cuando Julio César se batía con los partidarios de Cneo Pompeyo Magno en 49 a.C. en Ilerda (Lleida), Tarraco apoyó a su ejército con alimentos. No está demasiado claro si Tarraco recibió el estatus de colonia por parte de César o de Augusto, aunque las últimas investigaciones suelen asumir que fue el primero el que lo otorgó tras su victoria en Munda.


EL PERIODO DE CÉSAR AUGUSTO 

En el año 27 a.C. el emperador Augusto se dirigió a Hispania para supervisar las campañas militares en Cantabria. Sin embargo, debido a su delicada salud prefirió quedarse en Tarraco. Al parecer, Augusto hizo construir un altar en la ciudad. A propósito de este altar, Quintiliano menciona, como anécdota, que los ciudadanos de Tarraco se quejaron de que una palmera había crecido en el altar, a lo que Augusto repuso que eso significaba que el altar no era usado muy a menudo. Poco después convirtió la antigua Vía Hercúlea en la Vía Augusta. Un mojón, encontrado en la Plaza de Toros, menciona esa carretera entre el año 12 y 6 a.C. La Vía Augusta llevaba Barcino por el nordeste y a Dertosa, Saguntum y Valentia por el sur.

Durante la estancia de Augusto las provincias españolas fueron organizadas de nuevo. La Hispania Ulterior fue repartida entre las nuevas provincias de Bética y Lusitania. Tarraco pasó a ser la capital de la Hispania Citerior o Hispania Tarraconensis.

La ciudad floreció con Augusto. El escritor Pomponio Mela la describe en el siglo I del siguiente modo: “Tarraco es el puerto más rico en esta costa” (Tarraco urbs est en his oris maritimarum opulentissima). Tarraco acuñó durante los gobiernos de Augusto y Tiberio monedas propias con representaciones del culto imperial y las inscripciones CVT, CVTT o CVTTAR.

Después de la muerte de Augusto en el años 14 d.C., el emperador fue deificado oficialmente, y en 15 d.C. se erigió un templo en su nombre, probablemente en el barrio oriental o en la cercanía del foro de la colonia, como menciona Tácito en sus Anales.


LA CIUDAD DURANTE EL ALTO IMPERIO

En el año 68 d.C., Galba, que residió ocho años en Tarraco, fue proclamado emperador en Clunia. Durante el mandato de Vespasiano comenzó una reorganización de las precarias finanzas del estado. Según Plinio, este hecho permitió conceder la ciudadanía latina a los habitantes de Hispania. El territorio español, que desde la antigüedad consistía en zonas urbanas y dividido según la organización tribal, se transformó en áreas que rodeaban a los centros urbanos, ya fuera en colonias o municipios, por lo que se facilitó mucho la recaudación de impuestos. El rápido incremento de la construcción pudo ser la causa de esta reorganización. Durante este período, fueron probablemente construidos el anfiteatro, al área del templo y el foro municipal en la parte superior de la ciudad. Entre el 70 d.C. y el 180 d.C. se colocaron la mayoría de las estatuas de la ciudad.

Durante el gobierno del emperador Trajano se nombró patrón de la ciudad al senador Lucio Licinio Sura. Sura provenía de la Tarraconensis y alcanzó los más altos cargos del Estado. Probablemente, en el invierno del 122-123 d.C., Adriano visitó la ciudad y celebró en ella un conventus para Hispania. Además, se reconstruyó el templo de Augusto.

A finales del siglo II comenzaron en Tarraco las dificultades económicas. Se construyeron pocas estatuas en honor de la ciudad, debido probablemente a la falta de dinero. Durante este período se libró la lucha por el poder del pretendiente a emperador Clodio Albino, entre cuyos partidarios se hallaba el gobernador de la Tarraconensis Novio Lucio Rufo. Desaparecieron a su vez las inscripciones dedicadas a las Provinciae Concilium y fueron sustituidas por las dedicadas al personal militar. En adelante, hubo menos comerciantes influyentes en el ordo decurionum (administración civil) y más patroni (grandes terratenientes y altos funcionarios públicos).


BAJO IMPERIO

Tras las reformas de la administración imperial de Diocleciano, la península se convirtió en una diócesis dividida en seis provincias que eran mucho más pequeñas que las anteriores. Tarraco continuó siendo la capital de su correspondiente provincia. Los edificios destruidos durante la invasión de los francos fueron paulatinamente reconstruidos o sustituidos por otros nuevos. Entre Diocleciano y Maximiano (286 a 293 d.C.) se construyó un pórtico de Júpite que podría ser parte de una basílica.

En el año 476 d.C., los visigodos ocuparon Tarraco al mando del rey Eurico. No existe evidencia de destrucción y al parecer la toma de la ciudad fue relativamente tranquila. Es probable que los visigodos se hicieran cargo de las estructuras existentes imponiendo una clase superior delgada.

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